En Santiago (Chile), el equipo de Habitación Propia conversó con Marian Maureira, psicóloga y directora de relaciones internacionales de Fundación América por la Infancia, sobre patrones de crianza positiva y respetuosa; parentalidad, violencia, derechos de la infancia y seguridad emocional.
Responsable: María Fernanda Almeida. | Fecha de publicación: 29/04/2024 | Cuaderno: Crianza.
¿Cómo podemos criar bien a nuestros hijos si crecimos en una estructura muy tradicional? ¿Tendríamos que hacer un proceso de introspección con nosotros mismos para poder hacerlo?La palabra crianza es un concepto vital, porque es la base para entender una buena parte de nuestra existencia y la manera en la que educamos y cuidamos a nuestros hijos(as) y pares. En la forma en la que criamos y fuimos criados está la respuesta a nuestros temores, anhelos, fortalezas y carencias emocionales para enfrentar el mundo.
Marian Maureira es psicóloga clínica, mamá y directora de relaciones internacionales de Fundación América por la Infancia (FAI), una organización que promueve los derechos de los niños y las niñas para superar la cultura de los malos tratos. Esto nos dijo.
¿Por qué es tan importante hablar de crianza? ¿Cómo definirías este concepto?
La crianza es un proceso que se basa en dos principios fundamentales: la autonomía progresiva y la protección de los derechos del niño. La autonomía progresiva implica un cambio en el enfoque de cómo tú ves la crianza. (…) Antes había una fijación con que los niños sean autosuficientes, sean autónomos en soledad, pero la autonomía progresiva apuesta a que un cuidador pueda acompañar al niño en este proceso, que es parte clave de la crianza.
En esa compañía estamos orientando a alguien en su desarrollo, en sus capacidades, en sus habilidades para la vida, pero si nos saltamos algunas etapas, lo que generamos en los niños es inseguridad.
Lo que ocurría antes, con el paradigma de los malos tratos, es que se valoraba mucho el control y la obediencia a través del castigo. Los niños obedecían por miedo, no porque hayan comprendido algo.
Se habla mucho de crianza positiva, pero ¿la entendemos? A tu manera de ver, ¿de qué se trata exactamente?
El concepto crianza positiva deriva de parentalidad positiva, que es una política pública que surgió en Europa a partir de toda la evidencia científica que planteaba proteger los derechos de los niños, su desarrollo, la seguridad emocional, y toda esta evidencia se agrupó en varios criterios que se transformaron en política pública.
Si tú vas al origen de lo que significa la palabra respeto, significa volver a mirar, poner atención en algo, y la crianza respetuosa tiene que ver con eso, (…) con cuidar, proteger y responder a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes.
¿Hay crianzas buenas y malas?
Hoy en día, en Chile, en México y, principalmente, en Europa, está muy de moda la crianza respetuosa y creo que es algo positivo, pero también tiene su lado B. Su riesgo es recibir demasiada información, pues está demostrado que a los padres les aumentan los niveles de estrés.
Es más recurrente tener padres y madres que están constantemente cuestionando sobre cómo están haciendo las cosas. Son padres muy inseguros y muy culposos, muy aprehensivos con el resto.
Sin embargo, creo que es bueno hacer este cambio de paradigma, lo que en América por la Infancia llamamos ir de la cultura de los malos tratos a la cultura de los buenos tratos, pero es una transición bien compleja (…) cuando todavía no hemos superado el maltrato físico en Latinoamérica.
(…) Además, no estamos viendo otro extremo que también está generando daño en los niños, y es esta parentalidad y crianza sin límites, sin orientación, sin organización. Se dice: dejemos que (el niño) haga lo que quiera, pero los niños necesitan límites, que existan normas.
¿Cómo podemos criar bien a nuestros hijos si crecimos en una estructura muy tradicional? ¿Tendríamos que hacer un proceso de introspección con nosotros mismos para poder hacerlo?
¿Cómo yo doy algo que a mí no me han dado? ¿Dónde están los buenos tratos si a mí me maltrataron? La parentalidad es un aprendizaje en el que se abre un mundo, ojalá fuera antes porque llegaríamos a criar mucho mejor preparados.
Este aprendizaje implica preguntarnos cómo aprendemos a ser papás y mamás. Ahora hay mucha información en las redes sociales, en los libros de crianza respetuosa, pero en la práctica no es tan fácil.
(…) Puede ser que tengas el conocimiento, pero si estás sometido a altos niveles de estrés sostenidos en el tiempo, lo que aparece es el aprendizaje que tuviste en tu primera infancia, cuando se configuraron tus modelos operativos internos respecto a cómo te cuidaron y a cómo respondieron a tus necesidades.
Lamentablemente, muchos de nuestros padres nos criaron de manera más autoritaria, con menos herramientas y menos sensibilidad. Se mentalizaban en que los niños tienen que obedecer y punto.
(…) Son heridas de la infancia, heridas de los padres que hay que procesarlas, enfrentarlas, para poder evolucionar y adquirir mayor lucidez, libertad y bienestar (…), no necesariamente con un proceso formal con un terapeuta, lo que abogamos nosotros en América por la Infancia es desarrollar dispositivos de evaluación y de intervención que tienen un foco en desarrollar la función reflexiva, que es esta idea de mirarse uno mismo, la propia historia y la experiencia que se vivió y cómo hoy afectan en mi rol como mamá o papá.
Reflexionar sobre los tratos que recibí y la respuestas de mis cuidadores me hicieron quien soy yo y me hacen responder de una cierta forma ante las necesidades de mi hijo, de mi hija o de un niño que tengo a cargo. (…) Ahora, esas preguntas pocas veces se dan en soledad, generalmente surgen en la interacción con un otro, por eso nosotros hablamos de comunidad sensible.
Vivimos en una sociedad más individualista y, hasta cierto punto, solitaria. Hay muchas madres y padres que educan a sus hijos en soledad. ¿Es más difícil criar en estas condiciones?
Absolutamente. John Bowlby, que es el creador de la Teoría del Apego, decía que para criar es necesario una tribu. Antiguamente, las mujeres criaban en tribu, más adelante, al menos acá (Chile), habían barrios donde tú conocías al vecino, sabías los nombres, había mayor interacción.
Ahora estamos muy metidos en un mundo virtual (…) y hablar por videollamada no es lo mismo, sobre todo cuando tú estás con tu bebé y necesitas brazos que te digan: yo lo tomo un rato o necesitas ayuda para ir a darte una ducha, alguien que sostenga a tu bebé. Con los niños pasa igual, es necesario juntarse con otras mujeres con hijos para que los niños jueguen entre ellos y para que las mujeres puedan tener un momento de respiro, de descanso.
En Ecuador atravesamos una época muy difícil con el tema de la inseguridad, hay varios colegios cerrados y algunas provincias en la que los niños y niñas ya no van a estudiar por miedo a ser captados por las bandas criminales. ¿Cómo criamos para la no violencia en un contexto tan adverso?
Bueno, no es una opinión personal, sino que tiene que ver con la Teoría del Apego, que es una teoría que tiene mucha investigación científica y que plantea que el factor protector más importante es la calidad del vínculo con tu figura de apego.
Entonces, yo creo que lo que está en nuestras manos y podemos partir trabajando es el vínculo con nuestros hijos como mamás, papás o educadores, para proteger su salud mental.
(…) Además, necesitamos que los adultos nos hagamos responsables por nuestra propia salud mental, por nuestra propia capacidad de autorregulación para mantener la calma y no explotar y poder ser un referente para otro, un ser más sabio para los hijos, que ellos(as) puedan sentir esa seguridad cuando haya un riesgo.
Si un niño vive en un contexto adverso, de narcotráfico, violencia, etc., pero tiene una figura de apego segura, hay un factor protector, un paraguas para su desarrollo, y eso genera seguridad emocional.
También deberíamos preocuparnos de los cuidadores, madres y padres…
Una apuesta importante que tenemos que hacer en Latinoamérica respecto a proteger el desarrollo de los niños tiene que ver con cuidar a los padres, madres y a quienes cuidan. Casi siempre el foco está más en los niños, pero a veces los papás y las mamás también necesitamos ayuda, absolutamente.
Al hablar de infancias, ¿qué temas recomiendas trabajar: autoestima, salud, áreas cognitivas?
Yo creo que siempre hay que tener una mirada ecológica (global), hay que mirar las condiciones en las que estamos criando los padres y generalmente son adversas y difíciles. Cuando nosotros hacemos capacitaciones, el llamado que hacemos a los profesionales es a mirar el contexto y a generar condiciones favorables para que los padres y madres puedan aprender habilidades, eso implica generar oportunidades. Por ejemplo, en un centro comunitario se podría reunir a padres y madres que tengan cosas en común, hacer talleres donde puedan pensar sobre lo que les pasa y lo que necesitan.
La pobreza todavía es un problema enorme en Latinoamérica, un aspecto muy desfavorable para la crianza y eso hay que cambiarlo desde las políticas públicas (que se implementan) para cambiar las condiciones económicas, demográficas y los servicios de protección.
“Nosotros tenemos un lema en la Fundación América por la Infancia, decimos que sin seguridad emocional no hay aprendizaje”.
¿Qué hace FAI?
El trabajo de FAI se ha extendido por América Latina. Tienen más impacto en Chile y México, pero su equipo también ha realizado trabajos de intervención con guarderías, niños, niñas, padres y madres, en Uruguay, Costa Rica, Perú, Argentina, Colombia y Venezuela. A Ecuador llegaron el año pasado para impartir capacitaciones sobre crianza respetuosa.