Del 1 al 7 de agosto se celebró la semana de la lactancia materna. En Ecuador, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) señaló que el 62,1% de los niños menores de 6 meses tuvieron lactancia materna exclusiva. Quisimos levantar testimonios de mujeres que optaron por este camino, entregándose a este laberinto de emociones y conexión con sus crías. Aquí sus relatos…

María Fernanda Almeida (40)

«Amamantar a Manuela y Agustina por casi 5 años ha sido una experiencia retadora y gratificante. Cuando las miro, veo magia y solo me digo a mí misma que el maternar con conciencia es una gran responsabilidad».

Ana Paola Franco (40)

«No sé bien en qué momento tomé la decisión de querer dar la teta a mis bebés, pero sé que si no hubiese sido por mi determinación, el apoyo de mi compañero y un hallazgo casi único de un pediatra experto en lactancia materna, no habríamos alcanzado la satisfacción plena de haber dado de amamantar por más de dos años a cada uno de mis hijes. El camino no fue fácil, requirió de mucho esfuerzo y motivación para hacerlo.

Reflexionando ahora sobre mi experiencia, me duele pensar que no todas las familias corren con la misma suerte, que la lactancia más allá de ser un derecho es una realidad para muy pocas díadas».

Paola Paredes (39)

«La lactancia ha sido el momento de mayor conexión con mis bebés. Tengo dos hijos y afortunadamente he podido alimentarlos con mi pecho desde sus primeros meses hasta el destete.

Amamantar ha sido una experiencia amorosa, de mucha paciencia y total despojo. Los primeros meses son difíciles, dolorosos, intensos y, aunque por momentos uno siente agobio cuando el bebé se despierta a comer, todos los sentidos se activan y las dolencias se postergan para procurarle una buena toma.

Amamantar para mi es también mimar, acariciar, consentir, es permitirse descubrir la ternura en los gestos del bebé, es resignificar el esfuerzo de cada movimiento, es reconocerse poderosa, generadora de vida y poseedora de una enorme capacidad de entrega.

La lactancia también duele, pero para mi ha sido por sobre todo una experiencia placentera y de mucho amor».

Paola Brito (40)

«Mi experiencia con la lactancia fue muy dulce y a la vez sacrificada.

Cuando me entregaron en brazos a Sophia no pude darle de lactar, las enfermeras en la clínica no tuvieron paciencia. Le dieron fórmula.

Después, ya más relajada y siguiendo mi instinto, pude alimentar a mi hija por primera vez, me sentí muy feliz y útil. Ahí tuvimos nuestra primera conexión de mamá, hija y tetita. Mi pareja me apoyó y animó para alimentarla.

Pensé que todo iba a ser más fácil, el pediatra me dijo: ‘Dele 15 minutos de un seno y luego 15 del otro seno. Pero yo me pasaba horas dando de lactar a mi hija, ella se dormía, se tomaba su tiempo y yo me sentía como una esclava porque durante las noches también tenía que desvelarme y ni hablar del dolor por los pezones lastimados.

Renegaba de esta situación, pero a la vez me agradecía a mí misma por producir leche para mi bebé y no tener que suplementar con fórmula la alimentación de mi pequeña.

Cuando ambas nos acostumbramos, surgían las críticas porque yo no tomaba ‘coladas’. Las mujeres de mi familia me decían que mi leche no era espesa y yo pensaba: ¿No es buena mi leche? Leí, investigué y no me dejé llevar por esos comentarios.

La tetita se convirtió con el paso del tiempo en mi mejor aliada, para los llantos, las caídas, los viajes largos, las esperas, los miedos. Cuando parecía que todo caminaba, ahora me cuestionaban por extender la lactancia con Sophia. ‘Tu hija va a ser malcriada y dependiente si no le quitas el seno’, me decían. Pero yo aún no estaba lista y Sophia tampoco.

A los dos años y medio el cansancio de la lactancia se hizo más evidente y decidí suspender. No fue fácil y se necesita de mucha constancia y fuerza para no decaer. El apoyo de mi pareja fue crucial.

Ha sido un camino lleno de experiencias que me hicieron conocerme, que me hicieron feliz, pero también de momentos de lágrimas, dolor y frustración.

Ahora, luego de esta etapa de mi vida, honro el poder las mujeres para criar a sus hijes con o sin lactancia y admiro todo el trabajo que conlleva el maternar con conciencia y amor».

Lena Félix

«Cuando di a luz a Caetano me lo pusieron en el pecho para que lacte por primera vez. Fue un momento increíble, había soñado tanto con ese contacto, apenas tocó mi piel, dejó de llorar, yo era su lugar seguro.

Ya en la habitación, los doctores y enfermeras se sorprendían al saber que queríamos quedarnos con nuestro bebé todo el tiempo, incluida la noche (el mundo al revés) y nos preguntaban constantemente si queríamos que le ‘complementemos’ la lactancia con fórmula.

El papá de Caetano, @andressaguirre, hizo piel con piel hasta que yo me recupere de la cesárea y discutió inclusive con enfermeras que trataban de darle fórmula a cómo de lugar. Las dos noches de hospital fueron duras, pareciese que todo estaba confabulado para hacerte claudicar, no había ni una sola enfermera que me ayudara de buena gana y con conocimiento de cómo amamantar. Tuve muchos miedos, dudé mil veces de mi poder, de mi instinto, de mis capacidades.

Mis inicios dando de lactar, como el de muchas, no fueron fáciles…Muchas inseguridades, mal agarre, dolor, perlas de leche, grietas… Sin embargo, gracias a la voluntad propia, el deseo profundo, los amorosos consejos de otras madres, la contención de mi pareja y familia, las benditas cuentas de puericultoras y el acompañamiento de mi doula @maisayaneztates, a quien agradezco infinitamente por su paciencia y sabiduría, logre tener ahora una lactancia exitosa. Ella y su experticia me ayudaron a conectarme con mi instinto, haciéndome sacar toda mi ‘mamiferosidad’ y empoderandome para alimentar a mi bebé con el único y mejor alimento que tenía disponible: mi leche materna.

Su presencia allí, y en muchas etapas de mi maternidad, se sentía como la suave caricia de muchas de mis ancestras. No puedo poner en palabras la sensación cuando uno amamanta. Está claro que al sistema no le conviene que alimentemos soberanamente a nuestras crías, que nos conectemos con nuestro instinto más primitivo. Asimismo sé que el camino no es fácil para muchas madres, y abrazo a todas y cada una de las diferentes maternidades con o sin lactancia».