Por María Fernanda Almeida.

En 2017 nació mi primera hija. En 2020, en pandemia, la segunda. Ambas experiencias han sido amorosas y retadoras; reveladoras y limitantes; satisfactorias y agotadoras. Una constante contradicción. No es un cliché. Con hijos o hijas, la vida jamás será la misma que se transitaba sin esa responsabilidad.

Más allá de lo complejo de concebir, parir y sobre todo criar, ha sido una oportunidad y un momento de revelación para replantear ideas preconcebidas, prejuicios y autoritarismos cargados sobre los hombros desde la infancia. Como dice Laura Gutman en su libro La maternidad y el encuentro con mi propia sombra, la experiencia de criar y maternar emerge con luces y sombras que estallan de nuestro volcán interior.

Es decir, hay una alta probabilidad de que inconscientemente traslademos la impronta de nuestras vidas a nuestros hijos e hijas, con todas sus virtudes y aprendizajes, pero también con sus tropiezos y equivocaciones.

Por ello, revisar la historia personal, tratar de equilibrarla y mejorarla, incluso en la adultez, es un arma poderosa para criar con menos imposición y con más empatía, con mayor tolerancia a la frustración, apostando por la escucha efectiva, la educación positiva; abrazando la diversidad, respetando la vida y brindando todas las herramientas para que nuestros hijos e hijas alcancen la autonomía y formen su propio concepto de felicidad y éxito. Y esto no es un consejo solo para las mujeres, también debe serlo para los hombres.

Un estudio realizado con 268 estudiantes de una institución pública en Chosica (Perú), en el 2000, sobre los estilos de crianza y las actitudes hacia la violencia de género, destaca que aquellos que recibieron una crianza democrática son menos propensos a tener actitudes violentas, a diferencia de aquellos que fueron criados con estilos sobreprotectores e indulgentes.

Criar con enfoque de género es clave para reducir y erradicar la violencia. Según la Cepal, América Latina tiene las tasas más altas de femicidios o feminicidios por cada 100 mil mujeres. En 2020 fueron asesinadas al menos 4.021. Brasil encabeza la lista con 1.738 casos; México con 948; Argentina con 251. En nuestro país, 2021 fue el año más violento. Al menos 196 mujeres murieron de forma violenta, 99 eran madres, según datos oficiales. Además, 197 niños y niñas quedaron huérfanos.

La crianza es una cadena de acciones en la que también interviene la familia, la sociedad y el Estado. Y entre las tareas que debe promover el gobierno está la de asegurar una educación de calidad con enfoque de género y derechos humanos; aumentar los periodos de permiso de maternidad y paternidad para que se extienda el tiempo de crianza, así como los permisos de lactancia; reconocer las tareas de cuidado, promover la paridad de género en cargos públicos. Una larga lista con temas a consignar que aún están en deuda.

En este sentido, Habitación Propia nace como un laboratorio de contenidos que, desde el feminismo y las nuevas masculinidades, pretende generar contenidos periodísticos y educomunicacionales relacionados con la crianza consciente, la maternidad y paternidad, y los derechos sexuales cisgénero y de las diversidades. También abordará temas como el aborto libre, el reconocimiento de los derechos de las mujeres, sus luchas, así como el interés de los hombres por alcanzar la equidad de género.

El nombre de este proyecto está inspirado en el célebre ensayo de la escritora feminista Virginia Woolf, en el que cuestiona las condiciones de desigualdad de las mujeres frente a los hombres de su época. «¿Qué necesitan las mujeres para escribir, entendido este como un acto de revolución de ideas? Una habitación propia e independencia económica», manifiesta.

Concuerdo con Virginia, todas y todos necesitamos un espacio cercano para la reflexión, para desarrollar nuestro potencial, para cuestionar y debatir, para crear y construir. Una habitación propia para experimentar.