Visitamos la primera escuela para niños y niñas trans en Chile. Constatamos que el juego, las herramientas inclusivas y la aplicación de ejercicios de caligrafía para reescribir la identidad de género son eficaces para aceptar al otro. En Ecuador, aún queda camino por recorrer.

Por: María Fernanda Almeida. 

A las 12:30 de un jueves de verano, Alexander, de 12 años, llegó junto a su madre Susana, a la Junta de Vecinos N°32 Villa Olímpica Sócrates, en la comuna de Ñuñoa, en Santiago de Chile.

Ambos esperaban a Evelyn Silva y Ximena Maturana, fundadoras de la escuela Amaranta, la primera institución para niños y niñas trans en Chile y en América Latina. En un salón de paredes blancas que contrastaba con varios lockers grises, un aparador con un espejo y una cartulina con la frase “Me gustaría poder hablar con gente, sentirme cómoda siendo quien soy”, se oían las risas cómplices y nerviosas de Susana y su hijo hasta que inició la entrevista escolar.

Fundación Selenna creó la escuela Amaranta Gómez el 3 de abril de 2018. Es un espacio que busca transformar la educación a través de la inclusión.

Foto: Ma. Fernanda Almeida.

¿Has escogido tu nombre definitivo? Pregunta Ximena.

«Estaría bien si me llaman Alexander, pero aún no lo tengo claro», contesta el joven de grandes ojos negros, sombrero, converse y vestimenta del mismo color. Hace dos años le confesó a su madre y padre que no se sentía cómoda con el sexo que nació. Ella no quería ser niña sino niño y, desde entonces, ha transitado hacia un proceso de aceptación con apoyo psicológico.

Susana explica que aún no se lo han dicho a otros familiares. Por eso, cuando le pregunto a Alexander si puedo fotografiarlo para este reportaje, se niega por temor a ser reconocido.

Desde hace algún tiempo no se ha adaptado a instituciones educativas tradicionales en Chile porque asegura que hay discriminación, rechazo y ambientes violentos que lo angustian. Él está aprendiendo a aceptarse y a reconocerse, quiere ser feliz y vivir su etapa escolar sin complicaciones.

Por eso se le iluminan los ojos cuando Ximena y Evelyn le cuentan que al colegio Amaranta Gómez asisten 70 niños y niñas trans y cisgénero. Le advierten que las clases son presenciales de lunes a jueves y que en el aula se trabaja con el método Waldorf, tratando materias básicas como matemáticas, lenguaje, historia, pero también dictando contenidos artísticos para fortalecer la paz interior, la paciencia, el reconocimiento y la empatía para que los niños y niñas de las diversidades, así como los cisgénero, salgan al mundo más fuertes y no sufran violencia.

Foto: Tomada del Facebook de Fundación Selenna.

El estudio Derechos Humanos e identidad de género en América, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (2020), identificó que la infancia y adolescencia trans y sexogenérica sigue batallando para el reconocimiento legal de su identidad. También menciona que los niños y niñas se exponen a hostigamiento escolar, lo que causa severas afectaciones a su salud mental.

El estudio señala que en América Latina la visibilidad de las identidades diversas aún está prohibida en reglamentos escolares, presuponiendo un estudiantado binario, dividido entre hombres y mujeres. Además, el sistema valida los prejuicios de autoridades escolares patologizando a los estudiantes trans y de género diverso. En la práctica, aún es común que a las chicas trans no se les permita usar uniforme femenino o utilizar el baño de niñas. También se les niega la matrícula. A esto se suma el acoso y hostigamiento escolar, que es, al mismo tiempo, una de las principales causas del bajo rendimiento y la deserción escolares, la baja autoestima e, incluso, el suicidio.

Estas son algunas de las cifras que encontramos:

En Ecuador no existe estadísticas sobre infancia diversa en el sistema educativo. Desde Habitación Propia consultamos sin éxito al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), a la Subsecretaría de Diversidades y al Ministerio de Educación.

Diana Castellanos, subsecretaria para la Innovación Educativa y el Buen Vivir del Ministerio de Educación, afirmó que existen 4,3 millones de estudiantes a nivel nacional. De este total no hay registro sobre identidades sexogenéricas y, a su criterio, no es necesario tenerla, pese a que las estadísticas son un insumo clave para la elaboración y planificación de políticas públicas. Éste fue su argumento:

Diana reconoce que los grupos de la diversidad son más vulnerables por la percepción que tienen las personas hacia ellos y ellas. Dice que el Ministerio de Educación monitorea acciones violentas al interior de las instituciones, en el marco del plan de protección temprana y a través de los departamentos de consejería estudiantil. En el caso de detectarse alguno, direccionan a los y las estudiantes a las organizaciones y colectivos que trabajan con población LGBTIQ+. Reitera que tampoco se lleva un registro de estos casos porque la autoidentificación de los niños, niñas y adolescentes puede ir cambiando a medida que crecen.

Foto: María Fernanda Almeida.

¿Cómo educar entonces para prevenir y erradicar la violencia de género hacia grupos LGBTIQ+?

Foto: María Fernanda Almeida.

Para Evelyn Paz la educación es una herramienta poderosa para la inclusión y la erradicación de la violencia hacia grupos LGBTIQ+, incluida la infancia sexogenérica. Contar con material pedagógico adecuado y diverso es clave para fomentar el respeto y una mirada hacia los otros como seres integrales.

El Libro de Selenna, producido por la fundación que lleva este nombre y escrito en 2019 por estudiantes de la escuela Amaranta, contiene ejercicios de caligrafía para reescribir la identidad de género. Abarca tres unidades: abecedario, juegos y ejercicios de caligrafía. El recorrido es guiado por Selenna, una niña trans que también es hija de Evelyn.

Para aprender el abecedario, por ejemplo, se usan vocablos cuya letra inicial incluye palabras significativas como aceptación, empatía, diversidad, género, identidad y respeto. En la segunda sección se presentan juegos sin roles de género, con el apoyo del lenguaje inclusivo. La tercera parte aborda historias de varios niños y niñas trans como las de Alexis, Ángela, Bruno, Josefa y Matías.

Descarga el libro aquí.

A la escuela asiste también un porcentaje de infantes cisgénero que son hermanos o amigos de los niños y niñas trans. Según Evelyn no ha sido complejo explicarles sobre el género, la transición, la diversidad. “Tú tienes que hablarles de forma muy natural. Hay niños que les gustan los tallarines y a otros no, hay niñas que tienen pene y niños con vagina, unos son altos y otros bajos, hay quienes les gusta bailar y a otros cantar. Hablar con naturalidad para que estos aspectos se entiendan y no sigan existiendo diferencias irreconciliables entre unos y otros. Los niñes no son complicados para entender, los adultos sí lo somos”, explica.

Evelyn trabaja con los padres y madres una vez al mes para fomentar un estilo de crianza más responsable en la que acompañen a sus hijos, hijas o hijes en la transición, pero a la vez, promueven la independencia en ellos para que se hagan cargo de sus procesos y decisiones.

Para Diane Rodríguez, psicóloga y presidenta de la organización Silueta X en Ecuador, el acceso a información en el ámbito parvulario es clave para erradicar la violencia de género desde la infancia. Estos contenidos deben ser holísticos y ser estudiados por los adultos.

En 2014, Diane, quien es madre de una niña y un niño, escribió el cuento Benedicto se siente niña, basado en su propia experiencia de vida. Este relato contiene ilustraciones de Andrea Bravo, mujer trans, y está respaldado por la Asociación Ecuatoriana de Psicólogos. El propósito según Diane es convertirse en un insumo pedagógico que permita entender mejor la diversidad.

Diane sostiene que aún queda mucho trabajo por hacer desde el ámbito educativo. Si bien reconoce que en el Ministerio de Educación hay guías y protocolos de atención a la población diversa, menciona que son muy generales y que la discriminación en las aulas sigue existiendo. El centro Psico Trans que dirige ha atendido al menos tres casos de discriminación estudiantil ofreciendo terapias psicológicas gratuitas.

En Ecuador no existe una propuesta educativa enfocada únicamente en la niñez trans y diversa. Diana Bonilla, de la Subsecretaría de Educación, menciona que el sistema educativo trabaja de forma transversal para prevenir y erradicar la violencia con un plan de educación integral de la sexualidad que menciona a las diversidades sexogenéricas, relaciones de pareja, el consentimiento, los estereotipos de género, la intimidad, los roles de género.

Dentro de este plan también se desglosan las oportunidades curriculares para la educación integral de la sexualidad en la que las y los profesores abordan temas relacionados a la sexualidad en todas las materias, no necesariamente en la de anatomía o biología, sino también en estadísticas, por ejemplo, sobre paridad de género o de mujeres en cargos directivos.

Diana explica que en 2021 se ha sensibilizado a 10.158 docentes a nivel nacional sobre el Plan de Educación Integral de la Sexualidad y las Oportunidades Curriculares. En el primer cohorte han sido capacitados 400 maestros y está previsto realizar cuatro cohortes más.

La Universidad Nacional de Educación (UNAE), que forma docentes a nivel nacional, desde el 2018 desarrolla el proyecto AXIOMAS: La educación sexual y de género como herramienta básica para fomentar una cultura de paz y buenas prácticas.

Esta iniciativa busca sensibilizar a la comunidad universitaria, a docentes y estudiantes sobre educación sexual y de género en Cuenca y Azoguez. Mónica Alvarado Crespo, investigadora de la UNAE y directora de AXIOMAS, está convencida que acercar conceptos sobre género, eliminar roles de género a través de talleres y de formación educativa, quitar los tabúes sobre educación sexual y hablar sobre feminismo, calará fondo no solo en la conciencia del estudiantado, sino en la formación de nuevos docentes y de la comunidad para relacionarnos en una cultura de paz y sin violencia.

Durante el primer año del proyecto AXIOMAS, el equipo visitó varias de las zonas aledañas a la universidad. Ahí comprobó que el patriarcado era muy fuerte, sumado a la migración y al misticismo para hablar de educación sexual.

Josué Cale, estudiante de UNAE y miembro activo del proyecto, asegura que este proyecto aborda estos temas con frontalidad. Hay una tendencia en las instituciones ecuatorianas a la no sexualidad. “Siempre se dice no hagan esto, no hagan lo otro, el ‘no’ es la palabra que más priva en las charlas (…) Deberían ser más abiertas y amplias”, cuestiona.

Después de hacer ese acercamiento con la comunidad, AXIOMAS empezó a introducir en el primer módulo de enseñanza la terminología base sobre diferencia entre sexo y género, identidad personal, identidad de género, desde una pedagogía innovadora no jerarquizante que va deconstruyendo estereotipos de género. En una segunda etapa hay un curso más amplio sobre feminismo, el rol de la mujer a nivel nacional, las masculinidades, para tener una visión más holística de estos temas.

Johana Cabrera, investigadora y miembro de AXIOMAS, cree que es trascendental trabajar con la primera infancia para desmitificar y romper roles de género. Asegura que el currículum actual data de 2014 y que en el no se ven reflejados contenidos más inclusivos. Por esta razón, ahora mismo trabaja para cambiar los rincones de aprendizaje, en los que ya no se establezca que las áreas de cocina y de color rosa son para las niñas y aquellos espacios de construcción y de color azul son para los niños.

A su criterio, también es trascendental trabajar con los adultos, quienes son los principales responsables de transmitir los  estereotipos. En esa línea, ella destaca una de las actividades que realizó AXIOMAS con la comunidad a partir  del uso de murales. La zona de Javier Loyola en Cuenca tiene alrededor de 16 parroquias en las que se expusieron murales significativos para empoderar a la mujer en un rol activo y protagónico en la sociedad.

Durante la primera fase, que duró tres años, AXIOMAS ha beneficiado a adultos, adolescentes, niños y niñas En total, 5.933 varones y 11.226 mujeres. Los beneficiarios indirectos fueron 16 mil. Ahora se espera alcanzar a un gran número de niños, estudiantes y docentes de la UNAE con nuevos talleres de sensibilización.