Fuente: Washington Post.
En varios estados norteamericanos, en donde se supone que las libertades son menos cuestionadas que en nuestra América Latina, está ocurriendo algo horroroso: las prohibiciones de libros escolares, la mayoría sobre personas LGBTIQ+ y racismo, van en aumento.
En las bibliotecas de los condados de Lancaster y Lebanon, en Pensilvania, desaparecieron varios libros: En mi mezquita, que instruye a los niños sobre el Islam, A Place Inside of Me, que menciona el caso de un estudiante negro en un tiroteo policial, y When Aidan Became a Brother, cuya idea principal se centra en la vida de un niño transgénero.
Samantha Hull, copresidenta de un grupo que representa a los bibliotecarios escolares en los condados antes mencionados, conoció que los padres y madres de una escuela solicitaron la eliminación de Gender Queer, un libro sobre ser no binario, y Lawn Boy, una novela que menciona un encuentro sexual entre dos chicos.
Según Hull, hay dos batallas a la vez. Por un lado están los padres y madres que solicitan el retiro del material y -por otro- los funcionarios bibliotecarios que retiran los libros de manera preventiva.
La Oficina para la Libertad Intelectual de la Asociación Estadounidense de Bibliotecas contabilizó 330 incidentes de censura de libros entre septiembre y noviembre de 2021, lo que marca la tasa más alta desde que se comenzó a rastrear este tema en 1990. La Coalición Nacional contra la Censura asegura que muchas de las eliminaciones de libros fueron presentadas por padres y madres ultraconservadores.
A la par de estas disposiciones, hay varios proyectos de ley que avalan el retiro. En Tennessee, por ejemplo, existe una propuesta que prohibirá a las bibliotecas escolares usar libros «dañinos» para menores. Un miembro de la Cámara de Representantes de Idaho está presentando un proyecto de ley que amenaza a los bibliotecarios con una multa de 1.000 USD y hasta un año de prisión si prestan materiales «explícitos» a estudiantes menores de 18 años.
En el transcurso del año escolar 2021-2022, de acuerdo a Hull y a varios bibliotecarios que hablaron con Washington Post bajo anonimato por temor a represalias, hubo impugnaciones formales de seis libros en los 22 distritos escolares de los condados de Lebanon y Lancaster. Mientras tanto, al menos 24 libros han sido retirados temporal o permanentemente de los estantes, sin explicación. Todos son bienvenidos, Se siente bien ser uno mismo y ¡Familias, familias, familias!, ya no están en las bibliotecas.
Consumida por los pensamientos sobre el acceso a la lectura y al conocimiento, Hull no duerme. “No habrá absolutamente ningún progreso para nuestra sociedad”, se cuestiona.
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