Para entender las paternidades hay que ahondar, primero, en las masculinidades. Así lo concibe Leonardo García, director del Laboratorio Social de Género y Masculinidades, investigador, docente por más de 20 años en esta temática y papá.

La masculinidad, dice, es un subcampo de los estudios de género que ha suscitado interés hace unos 30 años en América Latina. Lo que aborda es el estudio de cómo se construyen las identidades masculinas en los ámbitos de la salud, el trabajo, la educación, la cultura, etc., y cómo una persona se desenvuelve dentro de ellos. 

Las teorías aseguran que hay un tipo de masculinidad que, culturalmente, se vuelve poderosa. Se llama masculinidad hegemónica y es aquella que articula el sistema patriarcal, en donde los hombres son los capitanes del barco, los tomadores de decisiones, los proveedores principales, quienes controlan el rumbo del hogar, quienes hacen las leyes y un largo etcétera. 

Sin embargo, en la región latinoamericana ya se comenzó a hablar de que no existe ese único modelo de masculinidad, porque hay hombres que no se identifican con ese patrón y empiezan a encarar su masculinidad desde otras visiones: “Por ello ya hablamos de masculinidades, pasamos del singular al plural, y con esto decimos ‘piense que usted ahora puede ser lo que usted quiere ser. No tiene que ser el hombre que no llora, que es duro, que es recio, que golpea, que grita, que debe ser el único que provee ideas, dinero, recursos, que tiene que ser una máquina sexual y ser exitoso. Hay quienes han empezado a interpelar el poder, ese dispositivo del patriarcado”, comenta Leonardo.

El especialista reconoce que cuando un hombre decide tomar este camino alterno a lo que manda la masculinidad hegemónica es “expulsado de la masculinidad o empieza a ser interpelado o incluso se cuestiona su masculinidad y virilidad”, porque ya no cuadra con el patrón. En este sentido, los sujetos más subordinados en la masculinidad hegemónica son los gays.

Para entender y habitar esas otras masculinidades, en las que aún puede existir violencia, hay que reconocer, según Leonardo, que se tiene privilegios respecto a la pareja, la mamá, la amiga. También hay que identificar la crianza que se recibió y los patrones que se inculcaron. Preguntarse: “¿estoy construyendo una masculinidad no violenta, igualitaria, equitativa, responsable, antipatriarcal?”. 

Plantearse estas preguntas es la base para asumir una paternidad más activa y una crianza corresponsable que rompa con el imaginario de que el hombre solo es un buen papá cuando provee, aunque esté ausente y no haya consolidado un vínculo con sus guaguas.

Leonardo nos entrega algunos consejos para criar en equidad y brinda algunos datos adicionales: